Destete en niños de alta demanda

Consejos y estrategias para una transición suave

Crónicas de un destete

Cierre de una etapa…

La vida nos enseña que todas las cosas, especialmente aquellas que nos brindan más placer y felicidad, terminan sin previo aviso.

Justo esta mañana se lo explicaba a Maya, cuando me suplicaba incesantemente que le diera el pecho. Le decía que era muy triste no poder seguir aferrada al seno de mamá, pero hay cosas que no se pueden cambiar, suceden de repente y, por más difícil que sea, debemos aprender a aceptarlo.

Bueno, sí, ya habréis adivinado que estamos en plena fase de destete y, aunque lo he estado planeando desde hace un tiempo, sin encontrar nunca el momento y (quizás) el coraje de ponerlo en práctica, desafortunadamente (o afortunadamente) sucedió hace dos noches de manera inesperada.

Para aquellos que no me conocen, siempre he sido una firme defensora de la lactancia materna, especialmente de la prolongada, y siempre he deseado poder suspenderla cuando mi hija decidiera decir adiós al pecho.

Me considero una madre afortunada por haber podido darle a mi hija la mejor fuente de alimento y consuelo que se le puede dar a un niño y, a pesar de los muchos obstáculos, hemos llegado a los 32 meses de lactancia a demanda, o como yo la llamo, lactancia «open bar» o barra libre..

Quiero subrayar que Maya es una niña con un carácter peculiar y que, por las características que la distinguen, suelo llamar «de alta demanda«.

Lejos de mí querer dar definiciones y etiquetar a un ser humano… 

Pero se trata de una descripción que, ya desde los primeros meses de maternidad, me ha ayudado a entender mejor el temperamento de mi hija y a darle un nombre. Precisamente, se trata de una nota característica (y no de una etiqueta) que une a muchos niños que tienen, como indica el nombre, una necesidad especial, como en este caso, la necesidad de más contacto.

alta demanda destete

Como a menudo ocurre en los grupos de apoyo digital de los que formo parte, cuando hablo de mi hija me viene a la mente decir que, más que de alto contacto, Maya es una niña de altísimo contacto.

Si aún no sabes de qué estoy hablando, te invito a leer esta entrada sobre los niños de alta demanda que, quizás, pueda ayudarte a entender mejor si tu hijo tiene estas características o simplemente está pasando por una de las fases naturales de rebelión e imposición de su propio ego.

Por lo tanto, una de las características de los niños de alta demanda es precisamente que quieren ser amamantados todo el tiempo.

Alguien podría decir: bueno, no hay nada de malo en eso, al contrario…

El punto es que los niños de alta demanda son insaciables… y no me refiero solo a la lactancia como alimento, sino también y sobre todo a la necesidad de contacto, calor y la sensación de seguridad que el pecho materno y la succión regalan al niño.

Seguramente, en los primeros meses de vida, cualquier recién nacido necesita mucho contacto y ser alimentado continuamente. Sin embargo, las madres «de alta demanda», incluso las novatas, notan desde el principio que su hijo no es como los demás. Esa incesante petición de succionar, el llanto que, a pesar de la aparente satisfacción de sus peticiones, no encuentra consuelo, hacen sentir como si su hijo estuviera eternamente insatisfecho, hagan lo que hagan por él.

Así que imagínate por un momento cómo un niño, con este apego y necesidad de contacto constante, pueda aceptar tener que abandonar el seno materno, sobre todo cuando ya está viviendo su primera adolescencia (o, ‘aDOSlescencia‘ -como la llaman algunos en España – ), etapa que lo vuelve opositor y rebelde por defecto…

Y de hecho esta simpática característica hizo que incluso Maya se pegara al pecho (hasta hoy) como si fuera un recién nacido (mi pareja decía que parecía una heroinómana.

Afortunadamente, hace unos meses, Maya empezó a ir a la guardería y, al menos durante el día, me daba unas horas de descanso. Sin embargo, si tenemos en cuenta que en primer año de infantil se enferman todo el tiempo, prácticamente he pasado los últimos meses con un koala pegado al cuello y al pecho sin parar.

Había llegado a tal punto de cansancio y agotamiento que comencé, desde hace unos meses, a sentir una especie de rechazo cada vez que me tocaba el pecho. Esto les había causado a ambos un sentimiento de tristeza… Ella ciertamente percibió mi rechazo que, combinados con los comentarios habituales de abuelos, tíos y conocidos, la habían hecho tomar tal miedo que se aferró al pecho con aún más ansiedad.

A mí toda esta situación (el cansancio, no dormir ni una hora del tirón y las críticas y comentarios que venían de fuera) me había generado un estado de tristeza, un sentimiento de culpa hacia la pequeña y un cansancio cada vez mayor por el aumento de su demanda.

En definitiva, no veía salida… pensar en el destete era para mí como pensar en la jubilación, algo que probablemente nunca va a llegar…

Por qué decidí quitar el seno e iniciar el destete

Para ser honesta, el hecho de terminar la lactancia no fue una decisión completamente autónoma. Como expliqué anteriormente, el nivel de agotamiento al que había llegado se debía en gran parte a las opiniones no solicitadas de la gente que me rodeaba en este momento de mi vida.

Fue una constante escuchar comentarios dirigidos a Maya: «¿todavía estás pegada al pecho? ¿Sabes que la leche se va a acabar porque ya eres mayor? Deja a mamá un rato y ven a jugar«. Y los dirigidos a mí no podían faltar…

«¿Quieres mantenerla pegada al pecho hasta la universidad? Eso es porque se alimenta del pecho y duerme poco. Mientras esté pegada al pecho no dormirá toda la noche» –

¿Ssueño madurativo… os suena de algo??

«Pero ella está muy pegada a ti porque todavía le das el pecho y está siempre contigo…

Y yo pensando… perdón, soy la madre, ¿con quién más debería estar…?

O la que me enfurecía más: «eh, pero si todavía le das el pecho es porque no trabajas, si no ya verías cómo se lo quitabas pronto«.

Dejo aquí una nota que necesito hacer como desahogo…

He trabajado toda mi vida desde que terminé la universidad, y aparte de algunos vacíos debidos a cambios personales que quería hacer y paréntesis que quería cerrar para encontrar algo mejor, nunca me he detenido.

El primer año de mi hija, prácticamente trabajé de noche porque la niña no me daba un minuto de respiro (como sucede también ahora) y requería atención constante.

Luego, después del primer año, no trabajé para poder cubrir las necesidades de mi hija, pero si hubiera seguido trabajando, le hubiera seguido dando el pecho como lo hice el primer año en que aún trabajaba.

Y si no hubiera tenido un trabajo remoto, me habría extraído la leche… 

En resumen, darle el pecho siempre ha sido una prioridad para mí y me molestaba demasiado tener que escuchar estos comentarios provenientes, en la mayoría de los casos, de mujeres que, por una razón u otra, no habían podido o no habían querido amamantar a sus propios hijos…

Personalmente, nunca critico las elecciones de los demás y soy partidaria de vivir y dejar vivir… pero, al mismo tiempo, no soporto la intrusión de los demás, así como no soporto ver frustraciones ajenas arrojadas sobre mí, especialmente cuando se convierten en maldad gratuita…

 

Ahora, díme si, al escuchar todos estos comentarios, un niño, que es todo menos estúpido, no piensa: oh oh oh, aquí la fiesta está por terminar, es mejor que me enganche a la botella y aproveche todo lo que pueda.

Esto, junto con el enésimo consejo no solicitado que, esta vez, provenía de las maestras de la guardería que me decían que el apego que tenía conmigo y el pecho la estaban limitando en cuanto al tema de quitarse el pañal.

 

Pongo entre paréntesis otra nota:

(Maya, antes de cumplir los 18 meses, había mostrado interés por el orinal y hacía pipí dentro de él… Luego, debido a decisión de no forzar y querer anticipar una etapa delicada y a varios cambios que la habían afectado, llegamos a los 2 años y medio en que puede avisar y hacer pipí y caca en el orinal o en el inodoro de la escuela, pero cuando lleva ropa interior, se emociona y a veces se hace pipí encima).

Así que me pregunto, ¿la lactancia materna crearía una dependencia tal que limitaría algunos hitos como el de poder quitarse el pañal?

Bueno, con todas las opiniones no solicitadas, unidas al hecho de que Maya se había aferrado a mí y a mi pecho como una sanguijuela, al cansancio y a no dormir durante 2 años y medio… al final cedí y decidí que el momento había llegado.

Pero si tengo que admitir cuál fue la verdadera razón que me llevó a dejar de amamantar a mi hija, puedo decir sin duda que fue la sensación de tristeza y el sentimiento de culpa que me generaba la sensación de limbo en la que se encontraba mi hija… Percibía que todos estos comentarios dirigidos a ella, más los dirigidos a mí (que me habían llevado, en un momento dado, a empezar a anticiparle a Maya lo que iba a suceder pronto y por qué tenía que suceder), le habían generado tanto miedo e inseguridad…

Y lo único que nunca deberíamos transmitir a nuestros hijos es precisamente la incertidumbre. Los niños necesitan puntos fijos, saber lo que va a pasar en los siguientes minutos para poder moverse en el espacio con seguridad.

Y yo, impulsada por la presión social, que me había confundido tantas veces hasta el punto de hacerme cometer errores, no pude seguir completamente mi instinto y deseos y terminé acelerando una etapa que quería que llegara con tranquilidad y serenidad. 

Así que, de una noche a otra, sin haber decidido todavía el día en que empezaríamos el destete, nos encontramos en la triste ocasión (la enésima noche en que no me soltaba el pecho ni a punta de pistola y estaba tan dolorida que tenía ganas de vomitar) que me obligó a negarle el pecho y, al día siguiente, después de vacilaciones varias, sensaciones de culpa tan grandes como el Himalaya y evaluaciones de pros y contras, llegué, junto con mi pareja, a la decisión de seguir adelante con el destete.

Al día siguiente de la primera noche sin teta, Maya estaba muy triste y me pedía la teta sin cesar… Me dijo que la quería porque le gustaba tanto…

Entre una lágrima no derramada y el corazón roto en mil pedazos, le expliqué que, a menudo, las cosas que más amamos terminan.

Lo mismo le pasó a mamá, fumadora empedernida, cuando entró en la clínica del ginecólogo para una visita (lanzando en la papelera lo que no sabía que era su último cigarrillo) y salió con una noticia inesperada: ya tenía a Maya en su vientre y esta noticia le provocó tanta sorpresa, miedo y alegría al mismo tiempo. Esto la motivó a no tocar más su ‘amado’ tabaco y a no beber ninguna bebida alcohólica.

Así, esta mañana le expliqué a mi hija que hay cosas que terminan para dar espacio a otras aún más hermosas.

Así mamá dejó de fumar para dar espacio a la nueva vida que tenía dentro y le dije que ella era el regalo más hermoso que mamá había recibido y por el que valía la pena renunciar a otros ‘placeres’.

A veces pensamos que nuestros pequeños cachorros no comprenden todo lo que les decimos, pero Maya, una vez más, me dejó sorprendida cuando me regaló una sonrisa llena de emoción y vergüenza… había entendido el valor que ella tenía para mí y estaba feliz y orgullosa, así como lo estoy yo cuando miro la obra maestra que di a luz hace 32 meses.

No sé cómo ni cuándo superaremos los tres esta etapa, pero vislumbro la madurez que ya posee mi hija, a pesar de su tierna edad, y me siento más que optimista.

Pensar en todo el tiempo que la vida me ha regalado para compartir este momento único con mi niña, me hace sentir afortunada y agradecida y me ayuda a mirar hacia atrás con una felicidad nostálgica que me hace pensar en esta etapa que concluye como un maravilloso comienzo.

2 comentarios de “Destete en niños de alta demanda: ¿misión imposible?

  1. Elvira dice:

    Hola! Me pasa lo mismo con mi nene, Hades, tiene 25 meses, y está muy enganchado, encima desde hace unos meses , solo quiere el pecho derecho, y ya me tiene un poco frita, por la noche se despierta 4 veces, y es todo teta ‍♀️, y yo no puedo más.
    Lo intento, pero me está resultando muy difícil, hablo con el , le explico las cosas…. Y cuando parece que va mejor, otra vez empezar desde cero, y lo que tú dices, los comentarios de la gente…. en vez de ayudar, empeoran las cosas.

    • Roberta Nappi Quintiliano dice:

      ¡Hola Elvira! Qué gusto leerte y compartir estas experiencias contigo. Entiendo completamente cómo te sientes. Es un verdadero desafío cuando nuestros pequeños entran en esas etapas de querer estar pegados a nosotros todo el tiempo, sobre todo cuando se trata de la lactancia. Y más aún cuando desde el principio han sido demandantes.

      Es agotador cuando las noches se convierten en una sucesión de despertares buscando consuelo en el pecho. Y lo entiendo perfectamente, lidiar con los comentarios de otras personas que, en lugar de ayudar, pueden llegar a ser frustrantes. A veces, solo necesitamos comprensión y apoyo en lugar de juicios o consejos no solicitados.

      Por cierto, Hades es un nombre precioso . Te admiro por seguir adelante y tratar de hablar con él y explicarle las cosas. A veces parece que avanzamos un paso y luego retrocedemos dos, ¿verdad?

      ¿Has probado alguna estrategia nueva que te haya ayudado a lidiar con esta situación? A veces, compartir experiencias y consejos entre nosotras puede ser reconfortante. Permíteme compartirte mi experiencia…

      Llegué a los 30 meses de lactancia sintiéndome desesperada y agotada, como tú. Mi idea inicial era seguir amamantando a mi hija Maya hasta que ella quisiera, pero llegó un momento en el que me di cuenta de que ya no podía más, que necesitaba priorizar mi salud. Me ayudó mucho recordar lo que había leído en otros blogs de lactancia: lo ideal es mantenerla hasta que tanto mamá como hijo estén conformes. Y fue entonces cuando me di cuenta de que ya no lo estábamos y, sin quererlo, le estaba transmitiendo a mi hija ese rechazo, lo que la llevaba a querer más la teta.

      Te cuento esto para animarte a tomar tu decisión, por el bien de ambos. Aunque ahora parezca que Hades no está conforme, si tú estás segura de tu elección y dejas de darle el pecho con seguridad y asertividad, te aseguro que él también se conformará. Cuando Maya veía mis dudas, se enganchaba más. Pero de un día para otro, decidí aprovechar una noche en la que mi pareja se quedó con ella en la cama para que yo pudiera descansar unas horas y, aunque al principio lloró buscándome y queriendo la teta, con la ayuda de mi marido y mi firmeza, logramos que en una semana se acostumbrara a estar sin ella.

      No esperaba que fuera tan rápido… Los niños son más flexibles y fuertes de lo que imaginamos. Así que te animo a tomar tu decisión sin vuelta atrás. Hades se sentirá más tranquilo sin vivir tus dudas y sentimientos encontrados, y cuando sea mayor, te lo agradecerá. Verás cómo el contacto y los mimos que ahora le da la teta de mamá se convertirán en otro tipo de mimos, y vuestra relación se transformará, manteniendo esa misma conexión especial que han construido durante estos dos años. ❤️

      Mucho ánimo y estoy aquí para ti, para escucharte y apoyarte en este camino. ¡Ánimo, amiga!

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