Falsos mitos sobre crianza respetuosa
Por qué es necesario romper con los paradigmas del pasado
Hace un tiempo encontré una publicación en facebook que me emocionó mucho, pues me vi completamente reflejada en ella.
Te la copio a continuación para que la leas:
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«Así me educaron a mí y no me fue tan mal, soy una persona fuerte y no me afectan las emociones”, dice el padre al que regañaban por llorar y hoy hace lo mismo.
“Así me educaron a mí y no me fue tan mal, no necesito hablar todo el tiempo con mis hijos, cada uno tiene su vida«, dice la madre que no pudo mantener una comunicación cercana con sus padres y hoy le cuesta tenerla con sus hijos.
Carta abierta de una madre ‘oveja negra’
Sí, lo sé, soy una «madre oveja negra«, la incomprendida de la familia. La madre que ha roto con los paradigmas del pasado, la que se permite educar a sus propios hijos sin usar golpes.
Bueno, me ha costado un poco entender que, según algunos de mis familiares y conocidos, mi actitud está equivocada. Porque, ya sabes, cuando ellos eran pequeños, los regañaban y les daban golpes y nunca les pasó nada malo. Es más, crecieron sanos y fuertes, ¿no?
Le he dado mil vueltas, me he cuestionado muchas veces, pero con el tiempo y la fuerza de ser fiel a mis principios y a mi naturaleza empática y compasiva, he aprendido a no tomármelo mal.
Al final, cada familia tiene sus propias reglas y métodos educativos. Cada uno tiene el derecho de elegir cómo quiere criar a sus hijos. Pero, lo que me deja perpleja, es que todavía haya personas que crean que educar con violencia es el camino correcto y que quieran imponérselo a otros padres.
Y luego quisiera preguntar a aquellos a los que la vida no les ha ido tan mal, a pesar de los golpes y los gritos, ¿alguna vez han pensado en las consecuencias de una educación basada en la violencia?
Sí, porque esos golpes que recibieron cuando eran pequeños, o los gritos y sutiles humillaciones, aunque tal vez les parecía «normal», dejaron una marca.
Lo sé porque veo cómo se comportan con sus propios hijos, con sus amigos, con la sociedad en general. Esos golpes les han hecho desarrollar psicosis que ahora arrastran, aunque tal vez no se den cuenta de ello.
No quiero ir de moralista, pero creo que es importante destacar las consecuencias negativas que la educación basada en la violencia puede tener en los niños. No solo se corre el riesgo de generar traumas que pueden durar toda la vida, sino que también se puede socavar la confianza en uno mismo y en los demás, creando personas inseguras y paranoicas.
Yo, en cambio, he elegido otra forma de educar a mi hija. Una forma basada en el respeto, la comunicación y la empatía.
Sé que no es fácil, y que hay momentos en que uno puede sentirse frustrado o impotente. Pero te aseguro que vale la pena. Somos nosotros, los padres, quienes debemos marcar la diferencia, cambiar el paradigma y construir una sociedad basada en la amabilidad y la comprensión.
Y mi hija, aunque todavía es pequeña, es la expresión de este tipo de educación: es una niña feliz, sociable, educada, empática y abierta al mundo. No tiene miedo de expresar sus emociones y opiniones y defender lo que cree.
En resumen, no quiero convencer a nadie de adoptar mi forma de educar.
Pero si eres madre o padre y te interesa conocer más a fondo la educación respetuosa, te invito a reflexionar sobre este tema. A preguntarte si realmente los golpes y la violencia verbal son la mejor solución.
Y, sobre todo, a mirar hacia el futuro, hacia una sociedad en la que la educación ya no se base en la violencia.